Cuando empecé a relacionarme con niños con dificultades en el lenguaje y la comunicación, de las primeras cosas que yo asociaba a "trabajar logopedia" eran ejercicios de praxias y de soplo. Mover la lengua, inflar los mofletes, soplar una vela... además, Internet estaba lleno de material sobre el tema: ocas, dados, láminas y muchas ideas chulis para trabajar movimientos de boca. Me parecía muy bueno tener como rutina diaria una lista de ejercicios para praxias y soplo para todos mis chicos, a lo "ratito de logopedia".
¿Qué pasa, que me vas a decir que eso está fatal hecho? ¡si lo hacen muchos profes y profesionales!
Pues no, en principio malo no es. Cuanto más ejercites unos músculos, mejor podrán trabajar. Pero lo realmente importante es saber qué estás trabajando con cada ejercicio, y si es eso lo que quieres trabajar con ese chico en concreto. O dicho de otro modo: intervenir de manera individualizada buscando los ejercicios que puedan servirle más a cada chico.
Si tienes un chico con tendencia a morderse a sí mismo o a otros, no vas a potenciar que aumente la fuerza de la mandíbula, ¿verdad? Pues a eso quiero llegar.
E igual que no vas a ponerte como loco a hacer praxias con todos los niños, tampoco es necesario que trabajes el soplo porque sí (o porque te mueres por usar el material tan molón que encontraste). Porque es una pérdida de tiempo y de recursos, lo primerísimo siempre será estudiar qué necesita cada niño que trabajes con él.
Fácil; cuando un niño no sabe soplar o sopla mal. (Hasta aquí fácil, ¿no?)
¿Es importante trabajar el soplo? Cuando trabajas con un chico con diferentes dificultades, que además tiene poca o nula intención comunicativa, tu primera prioridad raramente será que hable o articule bien, sino que tenga intención por comunicarse. Lo urgente será ayudarle a darse cuenta de todo lo que que puede conseguir relacionándose y buscando comunicarse con otras personas.
Sin embargo, cuando ya has hecho que se interese por relacionarse y le has proporcionado alguna herramienta para poder comunicarse (como usar signos, intercambio de tarjetas...), es ahora cuando debes atender a cómo es su soplo.
El soplo es muy importante a la hora de conseguir una correcta articulación del lenguaje. Cuando hablamos, necesitamos tener un control adecuado del aire que entra y sale de nuestros pulmones, y eso se ve reflejado en nuestra habilidad soplando. Además, cuanto menos intentas comunicarte, menos uso le das a los órganos bucofaciales, y como cualquier músculo, si no los ejercitas bien, puede que no funcionen del todo bien.
Por lo tanto, y resumiendo, deberías trabajar el soplo de un chico:
- Cuando ya cuenta con una cierta intención comunicativa.
- Cuando ya dispone de algún sistema o medio para poder comunicarse y lo que interesa es potenciar el lenguaje oral.
- Cuando le pides que sople (suponiendo que entiende la orden) con diferentes materiales, mostrándole cómo lo haces tú, y aun así no sopla.
- Cuando sí puede soplar, pero no controla ni la fuerza, ni la posición de la boca ni la dirección.
Pero recuerda que lo más super super importante es que para cada niño habrá que valorar cuál es lo más urgente a trabajar. Quizás que articule como un señorito sea lo menos importante para un chico que no es capaz de pedirte agua hasta que le pones delante el vaso.
Qué aspectos del soplo puedes y debes trabajar.
Podemos decir que con los materiales y ejercicios podemos trabajar una o varias de las tres características del soplo:
Podemos decir que con los materiales y ejercicios podemos trabajar una o varias de las tres características del soplo:
- la fuerza.
- la posición de la boca.
- la dirección del soplo.
Y es en función de esas 3 variables como vamos a clasificar los materiales que te voy a ir enseñando, ¡no te lo pierdas!